La danza del alma
- ECOlógica
- 15 feb 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2018
El sistema de integración y desarrollo humano, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de la vida está cambiando el proceder de pacientes del Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias (CEMA).

Basándose en la música, la danza y la vivencia, la biodanza focaliza su acción en el desarrollo de potencialidades con la finalidad de expresar la identidad al máximo, donde el bienestar ofrece las condiciones para descubrirse a uno mismo. En un marco de cuidado, respeto, afectividad y profundización, dos de los componentes más importantes son la autorregulación y el sentir. Hay beneficios a corto, mediano y largo plazo.
Se trabajan vínculos a través de la afectividad con uno mismo, con el otro y con el grupo. Este, tiene la función de nido, nutritivo y acogedor, donde la persona encuentra protección y apoyo para los cambios que necesita hacer en su vida.
Existen tres niveles: inicial, profundización y radicalización, donde se trabaja en grupo semanalmente. A estos se los denomina “grupo regular”, donde se entra en empatía. Sabemos que la presencia de una persona interactuando con otra interfiere en todos sus sistemas, provocando respuestas fisiológicas, emocionales, psicológicas y existenciales. El grupo es una matriz de renacimiento y ofrece las condiciones para descubrir estas potencialidades de cada uno.
La biodanza no tiene restricciones, pueden participar niños, adolescentes, adultos, parejas, adultos mayores, mujeres embarazadas, etc. Hay especialidades como por ejemplo en áreas educativas, empresariales o de salud.
La biodanza en el CEMA es parte de un programa interdisciplinario con terapias alternativas y holísticas, enfocado a pacientes que sufren artritis reumatoidea. Enfermedad muy dolorosa y que avanza no solo en la parte física, sino que acarrea problemas de convivencia en la familia y en otros ámbitos. Algunas de estas personas no reaccionaban a las medicaciones frente al dolor, así es que surgió este proyecto que reúne terapias como flores de Bach, pileta y biodanza, entre otras.
Se empezó a trabajar desde las limitaciones en el movimiento corporal, y la disciplina que más trascendencia y resultados trajo fue la biodanza, que a través de la afectividad, la aceptación del cuerpo y la música que produce vibraciones empezó a hacer cambios físicos y biológicos en las personas.
Los terapistas se dieron cuenta de que cambió su humor y su semblante. Además, en lugar de hablar de enfermedades y medicación, empezaron a hablar de música, de la clase, de la danza. Tomaron conciencia de su cuerpo físico, de su parte sana.
En lo físico también se notaron mejorías en los músculos, articulaciones, movimientos y en los sistemas linfático, inmunológico y digestivo. En la parte afectiva se notó cómo comenzaron a comunicarse y a interrelacionarse con el exterior, cosa que antes no pasaba. Las personas que sufren estos dolores se cierran y comienzan a hablar cada vez de menos temas.
Nota: Lucia Estela Bisonni
Fotos: Martín Salerno

Comentarios