Ecomuna: una nueva forma de vida en relación con la naturaleza
- ECOlógica
- 11 oct 2018
- 6 Min. de lectura
Visitamos la Ecomuna de Mar del Plata, una de las primeras experiencias de viviendas ecológicas de nuestra ciudad originada por un grupo de familias que en 2012 inició un proyecto enmarcado en los principios de la permacultura. Hoy, existen cuarenta y seis familias y este barrio ecológico ya es un hecho.

En medio del declive energético que ya no habla de incertidumbre sino de certezas y que nos anuncia que el mundo ha pasado un punto sin retorno en su capacidad de extraer energía, cada vez más personas realizan un giro ecológico, cuestionan la forma de vida de la sociedad en la que viven e inician una toma de conciencia acompañada de decisiones asociadas a un nuevo paradigma: la permacultura. Esta propuesta resulta nueva únicamente en el contexto de nuestra ciudad dado que históricamente existe como un camino de sustentabilidad desde hace décadas.
Como modelo de barrios sustentables podemos citar lugares como Hammarby (Suecia), uno de los primeros barrios ecológicos de Europa; o Friburgo (Alemania), la ciudad más ecológica y sostenible del mundo. Ambas, paradójicamente, surgieron como antítesis de su pasado; Hammarby era una zona abandonada y contaminada por industrias antes de los ’90, y Friburgo por su parte fue arrasada por las bombas durante la segunda Guerra Mundial.
En nuestro país ya existen numerosos barrios ecológicos y en el caso de Mar del Plata, cerca de playa Serena y a partir de la construcción de la cooperativa “Caminantes”, la permacultura llegó para quedarse. En 2012, un grupo de diez familias iniciaron un proyecto y fueron generando lazos entre sus integrantes cuya motivación principal es la posibilidad de vivir en un entorno natural y con respeto al medio ambiente, para lo que decidieron comprar terrenos y concretar la idea que hoy incluye a 46 familias en total.
Qué significa ser parte de la Ecomuna:
Las 46 familias que están incluidas en la Ecomuna viven en diferentes zonas: algunas están en Barranca Los Lobos, otras en Chapadmalal y también en Félix U. Camet. Hay quienes poseen un terreno individual y sin embargo están incluidos en el barrio. Lo que une a estas personas es la experiencia ecológica y su modo de relacionarse no sólo con el medio ambiente sino también con los vecinos, dado que están abiertos a llevar su mensaje a quienes no están comprometidos hoy con la sustentabilidad del planeta: quieren contagiar esta forma de vida. Por ello colaboraron, por ejemplo, con una sociedad de fomento cercana para enseñar a hacer hornos de barro con una asistencia de más de 80 personas, y diariamente reciben a visitantes que son atraídos por la curiosidad. Su objetivo es que la Ecomuna sea un centro de investigación, formación y experimentación de permacultura para todos los que quieran aprender. Ellos toman todas las decisiones en conjunto y utilizan como puente de comunicación herramientas como asambleas, conversaciones, acuerdos y propuestas para determinar cada paso a llevar a cabo en el ecobarrio, mientras confirman con cada avance logrado que su sueño es posible. Algunos de ellos hablan de un viaje de conexión espiritual, de un despertar y de tomar conciencia del mundo en que vivimos y también de sí mismos, y quienes ya viven en el barrio se sienten felices con su cotidianeidad en la que una de las premisas es seleccionar con cuidado la información que reciben del mundo exterior. Sus búsquedas comenzaron mucho antes de llegar a la ecología y algunos integrantes pasaron por otras experiencias como la geometría sagrada. Sus profesiones van desde productores hasta constructores, maestros, profesores, cocineros, estudiantes y albañiles, y los más cercanos a la docencia están encargados de llevar adelante actividades para niños que ofrecen tres veces por semana enmarcadas en lo que llaman “Semilla Nativa”, que están abiertas para todos los chicos que quieran participar incluyendo a los que viven fuera del barrio ecológico.
Además de compartir una zona de cultivo y reutilización, todos participan en la construcción de las viviendas de los demás y cada uno está en un proceso diferente: algunos están cerca de mudarse y otros aún no comenzaron a construir. Las viviendas son mayormente de adobe y se pueden ver a simple vista neumáticos que forman parte de la construcción así como también techos vivos. Hay juegos para niños y un lago que vuelve el lugar mucho más agradable aún.
Según sus propias palabras, los dueños de los terrenos son soberanos y funcionan mediante comisiones que se encargan de diferentes cuestiones: finanzas, tecnología, economía, salud, etc; cada integrante participa en el área en que se siente cómodo. Estas comisiones son denominadas “pétalos” haciendo referencia a la flor de la permacultura que es la base de su nueva forma de vida. No se autodenominan un barrio ecológico sino que hablan de una ecoexperiencia en la que están en comunicación con el lugar en el que viven aportando ideas y saberes a la sociedad de fomento que nuclea la zona. Los vecinos parecen entusiasmados y con ganas de mudarse a la Ecomuna dado que, por ejemplo, saben que las tarifas de luz y gas disminuyen en estas casas.
Sus ideas para el futuro incluyen tener animales, una huerta y la utilización de aguas grises de manera colectiva, pero los objetivos que falta concretar no les impiden disfrutar del recorrido que están transitando. Al escucharlos se percibe una noción del tiempo quizás diferente, más pausada y consciente que la que se observa en los barrios tradicionales, en la que el mate, la charla y la apertura a contar sus historias son moneda corriente. Tienen en común con los otros barrios de Mar del Plata su preocupación por temas como la problemática habitacional y la obtención de recursos para avanzar con continuidad en la construcción de las casas.
Con respecto a las cuestiones legales, gracias a la ordenanza aprobada en Mar del Plata que permite la construcción con tierra cruda y afines, este proyecto dispone de la aprobación, visación, inspección final de obras y/o habilitación, a través de la Secretaría de Planeamiento Urbano.

Bruno, Osvaldo y Matías nos contaron cómo llegaron a la Ecomuna:
Según Bruno Bertone, un integrante del grupo que ya vive en los terrenos, “En 2012 nos empezamos a conocer y a encontrarnos en el hacer. Una vez que se te despierta todo esto no podés dejar de verlo. Lo que comenzó siendo más ilusorio hoy está materializado y nos permite encontrar la felicidad en lo más sencillo”. Osvaldo Fernández en cambio, decidió comprar el terreno fundamentalmente para su nieto que desde hace cuatro años asiste a una escuela alternativa cercana al lugar, porque quiere un buen futuro para él: “empecé a conocer gente que vive de otra manera y en estos terrenos también va a tener lugar la escuela. No tengo muy en claro qué voy a hacer, yo tengo mi casa, las cosas se irán dando.” Matías por su parte contó que “en un momento crítico de mi vida encontré un grupo que redescubría la permacultura y, buscando resolver el hábitat propio, salí a buscar el espacio para mi propia experiencia de vivienda.”
Estas familias disponen además de un espacio en común en el que se reúnen el primer domingo del mes, hacen propuestas y analizan hacia dónde van con el proyecto. De hecho, mientras realizábamos la nota se nos acercó una perrita callejera de color negro y nuestros entrevistados mencionaron que “en la próxima asamblea vamos a decidir qué hacer con ella porque se quiere quedar acá”, lo que muestra que en la ecomuna todo se decide de manera colectiva.
Qué es la permacultura y qué principios la rigen:
La esencia de la permacultura posee un enfoque sistémico: propone una actitud integradora (holística) que observa el mundo desde múltiples puntos de vista como una interacción constante, es decir, como procesos y no como estados. Una definición más exacta implícita en Permaculture One afirma que es “el diseño consciente de paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza, mientras suministran alimento, fibras y energía para satisfacer las necesidades locales”
Sus principios:
- Cuidado de la tierra (conservación del suelo, los bosques y el agua)
- Cuidado de las personas (ocuparse de sí mismo, de los familiares, parientes y comunidad)
- Repartición justa (redistribución de los excedentes, límites al consumo y a la reproducción)
Siete ámbitos necesarios para sostener a la humanidad durante el declive energético que propone la permacultura:
- Administración de la tierra y de la naturaleza
- Entorno construido
- Herramientas y tecnología
- Cultura y educación
- Salud y bienestar espiritual
- Finanzas y economía
- Tenencia de la tierra y gobernación comunitaria
Más allá de los beneficios de vivir en un lugar alineado con la sustentabilidad del planeta, entrar a este barrio genera en las personas una increíble sensación de bienestar en la que el silencio, el verde y los aromas naturales protagonizan el paisaje. Bruno compartió con nosotros un mensaje para todos aquellos que lean esta nota: “Se puede, hay otra forma de vivir, no es como lo contaron en la universidad y en el sistema tradicional. Queremos contagiar que tenemos que alimentarnos mejor, producir energía, hacer nuestras casas, otras formas de relacionarnos, nuevos hábitos, sanidad de cuerpo y espíritu. Busquemos en la naturaleza, ahí están todas las respuestas”. Osvaldo por su parte, habló de “una nueva forma de relación con la naturaleza. Cuidar el agua, no desperdiciarla…”

Nota: Laura Franco
Fotos: Martín Salerno
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