Buenas prácticas ambientales: proyecto de extensión universitaria
- ECOlógica
- 27 dic 2018
- 7 Min. de lectura
¿Qué es un cocina rocket, un deshidratador solar o un colector solar plano? Son dispositivos que posibilitan un uso eficiente de la energía a partir de fuentes alternativas. Con una perspectiva social, desde un proyecto de extensión universitaria se dictan talleres para que “cualquiera” pueda autoconstruirlos acorde a cada necesidad.

Desde la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Mar del Plata nació un proyecto de extensión que busca articular con la comunidad y dar respuestas a sus necesidades, desde la academia, con una perspectiva social. Comenzó en 2017 bajo el nombre “Energía, sociedad y ambiente” para trabajar a demanda del espacio cultural comunitario de La Vía Orgánica donde funciona una huerta urbana agroecológica. El director del proyecto universitario, el Ingeniero electricista Máximo Menna explica que la metodología de trabajo consiste en “convocar a estudiantes, actores comunitarios o público en general que quisiera trabajar los temas energéticos. Estamos trabajando energías alternativas sobre todo. O en el caso de que no sea energía alterntiva por lo menos que haya dispositivos de buen rendimiento o de alto rendimiento energético”.
El objetivo de tratar temas energéticos con un sentido social se traduce en la realización de talleres de autoconstrucción en la que los asistentes puedan elaborar sus propios dispositivos, abaratando costos y en lo posible con material reciclado. Además, es una forma en que la Universidad consigue salirse del claustro e interactuar directamente proponiendo soluciones a requerimientos de la sociedad. Hasta el momento se elaboró una cocina rocket y un deshidratador solar y en el futuro a corto y mediano plazo se está realizando un sistema de riego por goteo y colectores solares planos. Todos, cabe aclarar, con energía solar.
El primer proyecto fue el de la cocina rocket que, según cuenta Menna, especialista en ingeniería ambiental, “tiene una configuración y unas dimensiones determinadas que hacen que la combustión sea completa y que sea de buen rendimiento. Es una cocina a leña en la que se usa muy poquita leña y levanta temperatura enseguida. Está diseñada para una olla de 50 litros que los estamos calentando en 35 minutos. Tiene ruedas, es móvil y cada vez que hay algún evento o algo así se traslada”. Allí se fueron incorporando las primeras personas interesadas en ahorrar leña a partir de la autoconstrucción de este dispositivo que disminuye el impacto ambiental.
Luego fue el turno del deshidratador solar, que como en el caso anterior, también fue desarrollado a pedido de La Vía Orgánica con el objetivo de hacer un debido tratamiento, teniendo en cuenta las particularidades del clima marplatense, a las hierbas aromáticas que allí se cultivan. “La deshidratación es un antiguo tratamiento que se hace normalmente al aire libre y lo que hacemos nosotros con el dispositivo es captar energía solar en su interior, mantenerla ahí y hacerla recorrer una torre donde estarían los vegetales a deshidratar. La virtud del deshidratador solar es que acorta el tiempo, es decir acelera el proceso de deshidratación que se hubiera hecho al aire libre”, detalla Máximo Menna con su pulida pedagogía de docente universitario. Aclara que el dispositivo fue creado pensando en las condiciones climáticas de Mar del Plata, ciudad en la que asegura que es muy dificil secar porque “el clima es muy húmedo y porque sobre todo a la noche siempre aumenta la humedad. Cualquiera que tiene un auto sabe que a la noche los vidrios se ponen grasosos. Y si vas para el lado de la costa más todavía. Así que si uno no seca esa tanda de hierbas aromáticas en una jornada lo que hay que hacer es guardarlas para seguir secandolas al otro día porque si no a la noche vuelve a absorber humedad y esa humedad, la que se absorbe posterior a haber sido cosechada generalmente le cambia el sabor a la especie que estemos tratando”.
Para el proceso de elaboración, el deshidratador solar debía cumplir con determinadas condiciones que dieran respuestas al requerimiento de la comunidad. El clima fue uno de ellos, pero también debía ser fácil de trasladar y de guardar y ser construido en parte con materiales reciclados. “Como estamos hablando de un deshidratador que potencialmente va a ser guardado y no va ser usado durante todo el año porque se va usar en la época de cosecha donde hay que deshidratar inmediatamente que es en verano, lo hicimos móvil. O sea, nuestro deshidratador solar tiene ruedas. Esa sería la innovación que hicimos. Y manejamos unas dimensiones con un ancho menor de 80 centímetros para que pase por una puerta. La idea es que se pueda guardar”, detalla quien dirige el proyecto. Y sobre los materiales reciclados explicó: “toda la estructura la hicimos con madera de pallets o sea que eso también nos condicionó porque por ejemplo los pallets más comunes vienen de un metro 10 o un metro 20”.

La cocina rocket y el deshidratador solar son solo el comienzo de este proyecto de extensión que sigue sumando interesados. “Ahora estamos iniciando la instalación de riego por goteo. Lo que estaríamos abordando en ese caso es el uso racional de un recurso natural: el agua. Porque todo lo hacemos con carácter ambiental, todo con caracter sustentable y de buenas prácticas ambientales. Y sacrificando costo o rendimiento. Nuestro objetivo es hacerlo barato y que sea amigable con el ambiente. El riego por goteo lo que va hacer es aliviar la tarea de riego y el año que viene lo vamos a automatizar, ahora para diciembre lo vamos a dejar instalado en funcionamiento manual y ya los primeros meses de 2019, cuando retomemos después de la temporada, vamos a automatizarlo”, adelanta Máximo Menna. Pondera a su vez lo que significa “hacer uso racional del recurso agua con un sistema de riego por goteo que es el sistema que más agua ahorra, porque está echando lo justo y nada más, y no es inundar para regar todo como se está haciendo ahora”.
El ingeniero electricista también anticipó que “el otro taller que queda, que ya los estamos construyendo y estamos en un orden de 40% del estado de avance, son colectores solares planos”, que servirán para calentar agua y que el salto térmico al ingresar a la vivienda, o sea, al calefón o termotanque, sea menor y permita ahorrar gas. “Estamos construyendo dos tipos de colectores, según el captador que usamos. Los caños son de plástico. Sacrificamos ahí transferencia de calor porque el plástico no es buen conductor de calor pero lo que estamos ganando es costo. El material ideal para poner ahí sería cobre pero es muy caro y muy dificil que alguien lo autroconstruya porque tenemos que estar con soldaduras y una serie de elementos que complicarían la autoconstrucción. En cambio trabajando con caños de plástico, uno con aire caliente los va pudiendo soldar entre si y es muy fácil armarlos”, explica y asegura que alcanzaría temperaturas de 50 o 60 grados.
Para Menna y su equipo lo fundamental está en trasmitir el mensaje de que cualquiera puede autoconstruir estos dispositivos, aunque luego deban atenderse los posibles errores que surjan del mismo, y a un bajo costo. Poniendo el ejemplo del último taller, el del deshidratador, comenta cómo es la metodología: “nosotros hacemos una introducción teórica a un nivel bien bajo para que pueda entender cualquier persona y resaltamos insistentemente lo que se puede cambiar y lo que no se puede cambiar. Porque cuando hacemos un dispositivo que sea replicable cada uno lo va a adaptar a sus condiciones. Nosotros lo preparamos para que pase por una puerta común pero hay quien lo construye y tiene un galpón con un portón y puede hacerlo más grande y más ancho. Entonces ahí nosotros generamos un material didáctico que es un manual de autoconstrucción y guía de montaje del deshidratador solar. Y ahí damos un montón de recomendaciones de qué modificar y que no modificar en el deshidratador solar para poderlo adaptar a otro clima u otras condiciones”.
Agrega que “antes del taller lo que hacemos nosotros es diseñar un prototipo, lo ponemos a prueba y después dictamos el taller, es decir que cuando estamos dictando el taller ya tenemos ahí mismo un modelo a imitar y cuando terminamos el taller nos quedamos con dos dispositivos. Esto de tener dos dispotitivos por ejemplo potencia la posibilidad de hacer investigación porque yo podría estar a uno haciendole modificaciones o por ejemplo haciendo un funcionamiento mixto agregandole, eso lo vamos a hacer el año que viene, una resistencia eléctrica para el deshidratador para que cunado baja el sol se pueda seguir un poco más. Entonces con un panel fotovoltaico y con una resistencia eléctrica, eso se podría lograr. Pero para ensayar eso y si realmente vale la pena la inversión es bueno tener uno que se modifica y el otro que se usa como testigo para ver si realmente vale la pena la inversión o simplemente es un gasto y no mejora mucho”.
Para esto, el ingeniero Máximo Menna espera poder generar mayor participación de los alumnos en el proyecto y que por ejemplo sea un estudiante de la carrera el que pueda realizar como trabajo final de graduación las pruebas para instalar esa resistencia eléctrica al deshidratador. Pero también abre la posibilidad a otras carreras a que puedan aportar desde sus especialidades. “Eso es una forma de involucrar la currícula oficial universitaria con esto que estamos haciendo nosotros en un territorio sociocultural. Donde no hay conocimiento científico de los miembros pero sí hay conocimiento popular”.
En el intercambio entre esos dos tipos de conocimientos es que se enriquece este taller de “Energía, sociedad y ambiente”, como lo ejemplifica su director: “yo he aprendido mucho de esta gente. En el taller de dehidratador apareció una persona que sabía de carpintería, que era carpintero y entonces nos dio clases de carpintería porque si bien yo estoy dirigiendo como cortar el pallet, cuales son las medidas de seguridad, manejamos caladora, sierra circular, moladora, son herramientas peligrosas de cierta manera, que tenemos que tener cuidado. Pero mis conocimientos son limitados y tiene que ser así para que lo pueda construir cualquiera. Yo desde el punto de vista de la carpintería soy cualquiera. Desde el punto de vista de la ingeniería y las energías renovables no, no soy cualquiera, soy un especialista. Pero para cortar madera soy cualquiera. Entonces ahí en los grupos que se van formando y la gente que se acerca, aparece gente que tiene conociemientos entonces el intercambio de saberes es muy rico”.
Nota: Lisandro Contreras
Fotos: Martín Salerno
Commentaires