top of page

NOTAS

Baños secos: algo más que una respuesta sanitaria

  • Foto del escritor: ECOlógica
    ECOlógica
  • 20 ago 2018
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 23 ago 2018


¿Sabés cuántos litros de agua se utilizan en cada descarga cuando vamos al baño? Muchos. El común de los inodoros libera cerca de 14 litros cada vez que apretamos el botón. Parece ridículo este sistema aún más cuando, en muchas ocasiones, el agua es potable.


ree

La problemática de la escasez de agua en numerosos lugares del planeta ha llevado a la implementación de lo que se conoce como baños secos o inodoros secos. Si además se agrega que estos dispositivos proporcionan la posibilidad de reutilizar sus desechos como abono, el concepto se vuelve doblemente interesante. En varios países, buena parte de la población los utiliza, como es el caso de Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Reino Unido o Alemania. Y en Argentina ya hay algunas experiencias y desarrolladores que los fabrican.

En los países nórdicos se vienen perfeccionando desde el siglo XIX tecnologías para optimizar este tipo de baños que no usan agua corriente y reducen en gran medida el impacto ambiental. Hay una distinción básica entre dos tipos de sistemas: aquellos sin separación, donde la orina y la materia fecal se depositan en el mismo recipiente, y aquellos con desvío de orina o separación en origen, que almacenan líquidos y sólidos por separado. En el segundo caso, de invención más moderna, la materia fecal cae a un depósito sin agua y es cubierta con un material seco absorbente, como el aserrín. En tanto que la orina, al ir por un canal distinto y presentar un menor riesgo biológico, requiere un tratamiento menos riguroso para su incorporación al medio ambiente.

El depósito cuenta con un sistema de ventilación para la evaporación de humedad que promueve la eliminación de gérmenes por desecación. Además el material sólido que se retira periódicamente, queda aislado de manera inofensiva y puede manejarse de forma higénica para su disposición, aplicándole un tratamiento secundario de compostaje para integrarlo al suelo con seguridad.

Algunos fabricantes, como es el caso de Biosánita en nuestro país, destacan otras ventajas en la utilización de baños secos. El carácter descentralizado, que es independiente de las redes cloacales, lo hace apto para su instalación en urbanizaciones fuera de la red, parques y reservas naturales, zonas de basamento rocoso impropias para excavaciones, obradores y campamentos temporales o permanentes, asentamientos periurbanos o rurales y en eventos de gran magnitud.

También alegan un beneficio de índole económico porque evita el tendido de cañerías y el mantenimiento de una cámara séptica. Y otro en cuanto a la eficiencia en el uso del agua, ya que tiene un consumo mínimo en comparación con los 8 a 12 litros por uso de un inodoro tradicional.

Una resolución de 2017 del Ministerio de Salud de la Nación establece que hay una gran disparidad en el territorio argentino en la cobertura de agua y cloacas entre las distintas zonas geográficas. Y según el Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento del Ministerio del Interior, el 41,6% del país carece de acceso a cloacas, y en el caso de quienes lo tienen, menos del 20% de las aguas servidas que se recolectan reciben algún tipo de tratamiento antes de su disposición en el medio ambiente. Frente a esta realidad, la búsqueda de alternativas para atender el tratamiento y la evacuación de las excretas el baño seco se presenta como uno de los sistemas más eficaces. De hecho la Organización Mundial de la Salud promueve esta tecnología desde el año 2006 y lo ratificó en sus guías de 2013 porque al no utilizar agua potable o aguas grises para evacuar la heces, los inodoros secos con separación de orina no contaminan las napas y además aportan nutrientes de fácil absorción a los suelos.


ree

Para que la población mundial vaya adaptándose e incorporando este tipo de sistemas es necesario un cambio cultural que muchos países lo tienen desde hace años y que por distintas circunstancias lo han ido haciendo carne no solamente desde las costumbres si no también en la legislación. Tal es el caso de los nórdicos donde su utilización se remonta al siglo XIX y la fabricación de inodoros separadores data de hace 40 años, en consonancia con la afición de mucha de su población de tener viviendas de fin de semana en sitios aislados y que cada vez tiene más adeptos por esas geografías, incluso como hogares permanentes. En Finlandia, por ejemplo, con menos de 6 millones de habitantes funcionan más de medio millón de baños secos. En Suecia los números son mayores y el Estado también se encarga de financiar la investigación para implementarlo en otros lugares del mundo con mayor vulnerabilidad social.

En el caso del Reino Unido, cuna del Rock, la empresa Natural Event abastece a los grandes festivales del verano inglés como el histórico Glastonbury con una duración de cinco días y una asistencia de alrededor de 140 mil personas. Además la firma Natsol se enfoca en la instalación de baños públicos de uso permanente y lleva emplazados 500, muchos de los cuales se encuentran en edificios históricos y áreas naturales donde su bajo impacto resulta especialmente oportuno.

Para Sudáfrica el punto de quiebre fue la caída del apartheid, cuando se incorporó como principal preocupación de la política de Estado cómo saldar las desigualdades manifiestas desde el régimen anterior, y los baños secos forman parte hasta hoy de ese proceso. La municipalidad de Durban instaló entre 2003 y 2010 alrededor de 80 mil baños con separación en toda su zona rural periurbana, para uso diario de medio millón de personas. Lo que la convierte en el área del mundo con más inodoros separadores. Esto le valió el Premio Estocolmo de la Industria de Agua “por su enfoque transformador e inclusivo” en 2014 y fue calificado como “uno de los más progresistas del mundo”.

La ciudad de Chirstchurch en Nueva Zelanda es otro ejemplo de cómo el baño seco fue la solución a una necesidad producto de tres terremotos que azotaron la ciudad entre 2010 y 2011 que dejaron inutilizada gran parte de su infraestructura sanitaria. En un primer momento el gobierno instaló casillas de baño químico y repartió inodoros químicos portátiles para que los habitantes usaran y vaciaran en tanques ubicados en las veredas. Al poco tiempo los derrames, los olores y las personas mayores que no podían mover los tanques evidenciaron lo cara e ineficiente de la medida. Ante esta situación un grupo de voluntarios comenzó a ofrecer demostraciones y talleres sobre baños secos, instruyendo a las personas afectadas. Las actividades comenzaron a replicarse y despertaron el interés de los medios y el gobierno. La cartilla de recomendaciones que diseñaron fue adoptada luego por otros municipios y por la ciudad de Portland, en Estados Unidos, país que ya tenía algunas experiencias con esta tecnología cuando los movimientos ecologistas comenzaron a difundirlo en la década del ’70.

A Sudamérica y el Caribe los baños secos llegaron de la mano del financiamiento de países europeos con el aval de ONG’s que vieron la desigualdad existente y el bajo nivel de acceso a servicios básicos como agua y cloacas. En Haití la organización SOIL trabaja desde 2006 integrando comunidades en torno al concepto de saneamiento ecológico. Con materiales y mano de obra local fabrican inodoros separadores y un servicio de recolección y compostaje procesa los desechos en condiciones controladas y produce fertilizante que resulta fundamental para reforestar el 90% de los bosques que fueron talados para producir carbón. En el caso de Bolivia, el gobierno en 2015 implementó el Programa Plurinacional de Baños Secos Ecológicos recogiendo una iniciativa anterior de la Embajada de Suecia en ese país que había instalado mil baños con separación. En este caso, la inversión estatal implicó la construcción de 320 mil baños. En Perú fueron organismos de Alemania y Suecia los que se encargaron de proveer a hogares de bajos recursos.

En nuestro país, que como se destacó anteriormente el 41,6% de la población carece de acceso a cloacas, los baños secos empiezan a aparecer lentamente como una solución, tal como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud desde 2006. La empresa Biosánita comercializa desde 2015 los sanitarios para este sistema de separación de orina con el reconomiciento del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Martin Monti, su responsable, lo presenta como “un joven emprendimiento que surge del interés por promover tecnologías social y ambientalmente apropiadas en proyectos de construcción y vivienda”. Y enseguida destaca las virtudes de su producto: “por su economía y funcionalidad, los baños secos pueden cambiar la vida de muchas personas”.

Los alcances de esta empresa argentina con sede en Tandil no se limitan a la cuestión comercial y participan en el fomento y difusión de los baños secos. “Junto a instituciones y empresas colaboramos para llevarlos a poblaciones y espacios comunitarios que no cuentan con medios apropiados”, destaca Monti que se esperanza con que esta tecnología ecológica vaya adquiriendo un alcance mayor en el territorio nacional: “la implementación de este método de saneamiento abre posibilidades a la oferta de productos y servicios relacionados. A partir de una buena experiencia inicial con respaldo de las autoridades es esperable que se dinamice el trabajo de instaladores, constructores y operarios de oficios generando lazos laborales en la acción colectiva entre familias, profesionales y el organismo público”.


ree

Nota: Lisandro Contreras

Fotos: Biosánita

Comments


Revista ECOlógica © 2018. Todos los Derechos Reservados.

  • Facebook - White Circle
  • Instagram - White Circle
bottom of page